[Viene de la Parte I]
Lo más irónico de la creciente desigualdad es lo completamente innecesaria y contraproducente que es. Si hacemos algo contra ella, si ajustamos nuestras políticas de la forma en que, por ejemplo, lo hizo Franklin D. Roosevelt durante la Gran Depresión, para ayudar al 99% y anticiparnos a los revolucionarios y los locos, los que tienen las horcas, eso será lo mejor para nosotros los ricos también. No es solo que escaparemos con vida, es que seguramente nos hagamos aún más ricos.
El modelo a seguir para nosotros los ricos en este caso debería ser Henry Ford, quien se dio cuenta que todos sus trabajadores de Michigan no eran solo mano de obra barata a explotar, sino también clientes. Ford imaginó que si les subía el sueldo a unos entonces exorbitantes 5 dólares al día, serían capaces de comprar sus Ford T.
Qué gran idea. Mi sugerencia es esta: hágamoslo otra vez. Tenemos que intentar algo. Esta estúpida "teoría del chorreo" (NdT: La "teoría del chorreo" preconiza que hay que dar toda clase de privilegios y favores a los más ricos, haciéndolos aun más ricos, para que en el futuro algo de su riqueza les chorree a los más pobres) están destruyendo mi clientela. Y la vuestra también.
Cuando me di cuenta de esto decidí que tenía que dejar mi mundo aislado de los super-ricos y meterme en política. No directamente, presentándome a un alto cargo o convirtiéndome en uno de los ricachones milmillonarios que respaldan a los candidatos en una elección. En vez de eso, quería intentar cambiar la conversación con ideas, promoviendo lo que mi co-autor, Eric Liu, y yo llamamos economía "middle-out". Es la tan atrasada refutación contra la teoría del chorreo que se ha convertido en la ortodoxia económica de ambos partidos, y que tanto ha amargado a la clase media americana y en general a toda nuestra economía. La economía middle-out rechaza el viejo error de creer que una economía es un sistema mecánico perfectamente eficiente, y asume la idea mucho más precisa de que una economía es un complejo ecosistema formado por personas reales que dependen unas de otras.
Por eso la ley fundamental del capitalismo debe ser que si los trabajadores tienen más dinero, los negocios tienen más clientes. Lo que convierte a los consumidores de clase media, y no a los ricos hombres de negocios como nosotros, en los auténticos generadores de empleo. Lo que a su vez significa que una clase media floreciente es la fuente de la prosperidad americana, no una consecuencia de ella. La clase media nos crea a los ricos, no al revés.
El 19 de junio de 2013, Bloomberg publicó un artículo escrito por mí titulado "El argumento de un capitalista a favor de un sueldo mínimo de 15 $". Forbes lo presentó como "la propuesta casi enloquecida de Nick Hanauer". Y aun así, apenas unas semanas después de su publicación, mi amigo David Rolf, un organizador de la Unión Internacional de Empleados en Servicios, instigó a los trabajadores de los restaurantes de comida rápida a ponerse en huelga por todo el país pidiendo un salario mínimo de 15 dólares. Casi un año después, la ciudad de Seattle aprobó un sueldo mínimo de 15 dólares. Y solo 350 días después de que mi artículo fuese publicado, el alcalde Ed Murray de Seattle firmó esa ordenanza convirtiéndola en ley. ¿Cómo pudo ocurrir esto, os preguntaréis?
Ocurrió porque le recordamos a las masas que ellas son la fuente del crecimiento y la prosperidad, no nosotros los tipos ricos. Les recordamos que cuando los trabajadores tienen más dinero, los negocios tienen más clientes, y necesitan más empleados. Les recordamos que si los negocios pagasen a sus trabajadores un sueldo mínimo decente en lugar de una miseria, los contribuyentes no tendrían que compensar la diferencia. Y cuando acabamos, el 74% de los posibles votantes de Seattle afirmaron en una encuesta reciente que un salario mínimo de 15 dólares era una idea genial.
La respuesta estándar en el debate sobre el salario mínimo, presentada por los republicanos, sus patrocinadores y un montón de demócratas también, es que aumentar el sueldo cuesta puestos de trabajo. Los negocios no podrán permitirse tener tantos trabajadores. Este argumento refleja la economía ortodoxa que aprendió la mayoría de la gente en la universidad. Si te apuntabas a clase de economía, te enseñaban literalmente que si los sueldos suben, el empleo debe bajar. La ley de la oferta y la demanda y todo eso. Por eso tenemos a John Boehner y a otros republicanos insistiendo en el Congreso que si haces más caro contratar, habrá menos contratos. ¿En serio?
Porque aquí hay algo que no cuadra. Durante las tres últimas décadas, la compensación para los directores ejecutivos creció 127 veces más rápido que para los trabajadores. Desde 1950, la proporción de sueldos entre directores y trabajadores ha aumentado un 1000%, y no hay errores tipográficos ahí. Los directores solían ganar treinta veces lo que el trabajador medio; ahora se llevan 500 veces más. Pero ninguna compañía que yo conozca ha eliminado a sus principales dirigentes, o los ha subcontratado en China, o automatizado sus trabajos. Al contrario, ahora tenemos más directores y ejecutivos superiores que nunca antes. Y lo mismo ocurre también con los trabajadores de servicios financieros y tecnológicos. Estos tipos ganan múltiplos del salario medio, pero de alguna forma cada vez tenemos más.
Lo que nos pasa a los hombres de negocios es que nos gusta que nuestros clientes sean ricos y nuestros empleados pobres. Así que desde que existe el capitalismo, los capitalistas han dicho lo mismo sobre cualquier esfuerzo por subir los salarios. Hemos tenido 75 años de quejas de grandes empresas: cuando se creó el salario mínimo, cuando las mujeres tuvieron que recibir pagas igualitarias, cuando se hicieron leyes sobre el trabajo infantil. Cada una de esas veces los capitalistas han dicho exactamente lo mismo de la misma forma: Todos caeremos en la bancarrota. Tendré que cerrar. Tendré que despedir a todos. No ha ocurrido así. De hecho, los datos demuestran que cuando los trabajadores son mejor tratados, los negocios van mejor. Los detractores simplemente se equivocan.
La mayoría de vosotros (NdT: los americanos, se entiende) creéis seguramente que un salario mínimo de 15 dólares en Seattle es un alejamiento descerebrado de la política racional que pone nuestra economía en grave riesgo. Pero en Seattle, nuestro salario mínimo actual de 9,32 dólares ya es de por sí casi un 30% superior al salario mínimo federal. ¿Y ha arruinado nuestra economía hasta ahora? Bueno, "chorreadores", mirad estos datos: Las dos ciudades del país con la mayor tasa de crecimiento de empleo en PyMEs son San Francisco y Seattle. ¿Qué ciudades tienen el salario mínimo más alto? San Francisco y Seattle. ¿Cuál es la gran ciudad que más rápido crece en América? Seattle. Quince dólares no es una política arriesgada e inaudita para nosotros. Es redoblar la estrategia que ya permite a nuestra ciudad darle a las vuestras para el pelo.
Tiene todo el sentido si os paráis a pensarlo: Si un trabajador gana 7,25 $ a la hora, que es el salario mínimo nacional actual, ¿qué proporción de los ingresos de esa persona creéis que acaba en las cajas registradoras de los pequeños negocios locales? Casi ninguna. Esa persona paga el alquiler, en el mejor de los casos sale a comprar verduras básicas en Safeway, y, si tiene mucha suerte, tiene un bonobus. Pero no sale a comer en restaurantes. No mira escaparates en busca de ropa nueva. No compra flores el Día de la Madre.
¿Es esta cuestión más complicada que lo que digo? Por supuesto. ¿Hay muchos factores en juego determinando la dinámica del empleo? Síp. Pero por favor, parad de insistir en que si pagamos más a los trabajadores el desempleo se disparará y destruirá la economía. Es una tontería absoluta. Lo más insidioso de la teoría del chorreo no es creer que si los ricos se enriquecen es bueno para la economía. Es creer que si los pobres se enriquecen, es malo para la economía.
Sé que prácticamente todos vosotros creéis que animar a nuestras empresas a pagar más a nuestros trabajadores es en cierto modo injusto, o que supone demasiada interferencia gubernamental. La mayoría de vosotros creéis que deberíamos simplemente dejar que ejemplos como Costco o Gap muestren el camino. O que el mercado fije el precio. Pero ahí está la cosa. Cuando aquellos que fijan malos ejemplos, como los propietarios de Wal-Mart o McDonald's, pagan a sus trabajadores casi el sueldo mínimo, lo que en realidad están diciendo es que les pagarían incluso menos si no fuese ilegal (afortunadamente, ambas compañías han dicho recientemente que no se opondrían a una subida en el salario mínimo). En cualquier grupo grande, algunas personas no harán en absoluto lo correcto. Por eso nuestra economía solo puede ser segura y efectiva si es gobernada por el mismo tipo de reglas que, por ejemplo, el sistema de transportes, con sus límites de velocidad y sus señales de stop.
Wal-Mart es la empresa con más trabajadores de nuestra nación, con unos 1,4 millones de empleados en los EE.UU. y más de 25.000 millones de beneficios brutos. Entonces, ¿por qué los empleados de Wal-Mart son el mayor grupo de receptores de ayudas médicas en muchos estados? Wal-Mart podría, digamos, pagar a cada uno del millón de sus trabajadores peor asalariados 10.000 dólares más al año, sacarlos de la pobreza y hacerles capaces de, entre todas las cosas, permitirse comprar cosas en Wal-Mart. No solo nos ahorraría esto todo el gasto de los sellos de comida, las ayudas médicas y las asistencias para el alquiler que necesitan actualmente, sino que Wal-Mart seguiría ganando más de 15.000 millones de dólares brutos cada año. Wal-Mart no se presentará voluntaria para pagar a sus trabajadores un sueldo mayor que el de sus competidores, ni tampoco debería. A fin de que tengamos una economía que funcione para todos, deberíamos obligar a todos los minoristas a pagar salarios mínimos decentes, no solo pedírselo amablemente.
Nosotros los ricos hemos sido falsamente convencidos por nuestra educación y por la afirmación de la sociedad, y nos hemos autoconvencido, de que somos los principales generadores de empleo. Simplemente no es verdad. Nunca podrá haber suficientes americanos super-ricos para alimentar a una gran economía. Gano como mil veces más que el americano medio cada año, pero no me compro mil veces más cosas. Mi familia se compró tres coches en los últimos años, no 3000. Compro unos pocos pantalones y unas pocas camisas cada año, igual que la mayoría de hombres americanos. Compré dos elegantes pantalones de lana, uno de los cuales llevo puesto mientras escribo esto, a los que mi compañero llama "pantalones de manager". Supongo que podría haber comprado mil. ¿Pero por qué iba a hacerlo? En vez de eso, puse mi dinero sobrante en la cuenta de ahorro, donde no hace mucho por el país.
Así que olvidad toda esa retórica de que América es grande por gente como vosotros, yo y Steve Jobs. Sabéis la verdad incluso si no la admitís: si cualquiera de nosotros hubiera nacido en Somalia o el Congo, todo lo que llegaríamos a ser sería tipos descalzos colocados junto a una carretera de tierra para vender fruta. No es que Somalia o el Congo no tengan buenos emprendedores. Es solo que los mejores están vendiendo sus productos en cajas junto a la carretera porque eso es todo lo que sus consumidores pueden permitirse.
Así que, ¿por qué no hablar de un tipo distinto de New Deal para el pueblo americano, uno que pudiera atraer a la derecha tanto como a la izquierda, a los libertarios igual que a los liberales? Primero, pediría a mis amigos republicanos que fuesen realistas sobre lo de reducir el tamaño del gobierno. Sí, sí y sí, tenéis toda la razón: el gobierno federal es demasiado grande en algunos aspectos. Pero de ningún modo podéis recortar sustancialmente al gobierno, no tal y como están las cosas ahora. Ronald Reagan y George W. Bush tuvieron ambos ocho años para hacerlo, y fracasaron miserablemente.
Los republicanos y demócratas del Congreso no pueden encoger el gobierno con ilusiones. La única forma de podar el gobierno de verdad es volver a los principios económicos básicos: tenéis que reducir la demanda del gobierno. Si la gente gana quince dólares la hora o más, no necesitan sellos de comida. No necesitan apoyos para pagar el alquiler. No necesitan que vosotros y yo paguemos su asistencia médica. Si la clase media consumidora vuelve a comprar y salir de tiendas, entonces es lógico no necesitar un Estado del bienestar tan grande. Y al mismo tiempo, los impuestos sobre la renta y las ventas crecerían, reduciendo el déficit.
Esto es, en otras palabras, un enfoque económico que puede unir a la izquierda y a la derecha. Quizás esa sea una razón por la que la derecha está empezando, inexorablemente, a descubrir esta realidad también. Incluso republicanos tan diversos como Mitt Romney y Rick Santorum salieron recientemente a defender un aumento del salario mínimo, desafiando a los congresistas republicanos.
[Continuará]
Fuente
[http://www.politico.com/magazine/story/2014/06/the-pitchforks-are-coming-for-us-plutocrats-108014.html] POLITICO - The Pitchforks Are Coming...For Us Plutocrats, por Nick Hanauer, 7/2014 (link activo: última comprobación el 10/7/2014).
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